José Simón Díaz

Informe elaborado por Doña Mercedes Lázaro, catedrática de Geografía e Historia del IES “P.M. Sagasta”

José Simón Díaz y su paso por el Instituto de Logroño.

La  reanudación y normalización de la vida académica después de la Guerra Civil Española, proporcionó al Instituto Provincial de Logroño, actual IES. Práxedes Mateo Sagasta, un periodo de esplendor cultural sustentado en el prestigio de nuevos catedráticos, que unidos por el azar, se incorporaron a sus aulas. La función rectora y la proyección cultural del Instituto sobre la ciudad, se completaba con la existencia de la biblioteca pública, con la que compartía espacio en  un mismo edificio, facilitando a los profesores el acceso al material bibliográfico.


Una de las más brillantes personalidades del momento fue sin duda José Simón Díaz. Su incorporación al Instituto como Catedrático de Lengua y Literatura a principios de 1946, no pasó desapercibida en el ambiente anodino de una ciudad provinciana digna de ser reflejada en la película “Calle Mayor”. Procedía de Madrid, donde había comenzado sus estudios de Filosofía y Letras en el año 1939, nada mas acabar la Guerra Civil,  Su llegada a Logroño coincidía con las duras circunstancias económicas y la censura política del primer franquismo, muralla infranqueable para el desarrollo de actividades intelectuales que la inexistencia del derecho de reunión podía considerar como subversivas.
José Simón Díaz buscaría una válvula de escape en el ámbito de su propio trabajo, siendo uno de los principales impulsores del Instituto de Estudios  Riojanos, creado el 27 de Mayo de 1946, con el objetivo de canalizar la cultura y la investigación en nuestra actual comunidad autónoma, entonces provincia de Logroño. Al repasar la historia de esta institución, se advierte la notable participación de este joven catedrático, que se convertiría en su primer secretario, en su proceso de gestación. Igualmente notables serían los apoyos de otros profesores del Instituto y del propio director de la biblioteca de la ciudad. Según todos los indicios, su despacho fue el lugar donde se concibió la idea, en las tertulias celebradas al calorcillo de la estufa de leña durante el invierno de 1946.
Durante su estancia en nuestra ciudad, José Simón Díaz realizó una importante labor como documentalista. Mención especial merece su trascripción de un poema anónimo del siglo XVI sobre la peste en Logroño en 1599, que publica en 1952 en la recién fundada revista Berceo con el título de “Otro romance sobre desgracias logroñesas”, al que pertenece el siguiente fragmento:

 

“Viendo el bulgo en la ciudad
nuestro mal que va creciendo
en heste año mas que otro
a avido mas estrelleros.
Unos dicen: la menguante
dice el pronostico cierto
que tiene que mexora
la enfermedad de este tiempo.
Otro la vista en el sol
poco luce repitiendo,
no hes señal de vonança
no me agrad nada desto. 
Otro: un lucero sale 
hanzia tal parte del cielo 
que averlo visto en mi vida   
parece que no me acuerdo 
señales de mortandad
el aver pescado en Ebro
tantos y tan grandes peces
mas ahora que otros tiempos.
Otros: pues paxaros andan
no anda corrompido el viento
que en la otra mortandad
No aparecia ni medio.
Todos a la fin llebavan
a la salud el deseo
que quien hesta amedrantado
un muerto se le hace ciento.
No es mucho tener pavor
estando en la plaza avierto
un gran fossal ancho y hondo
mas que mediado de cuerpos...”

 

Después de ejercer en diferentes institutos, José Simón Díaz pasó a  Madrid donde ocupó diversos cargos en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Asentado en la capital, sería cofundador del Instituto de Estudios Madrileño, del que fue presidente durante veinte años. También fue el creador y presidente de la Confederación Española de Centros de Estudios  Locales del Consejo Superior de Investigaciones Científicas. En 1956 ya enseñaba en la Universidad Complutense, siendo nombrado catedrático de Bibliografía y jefe de departamento en 1970, cargos que ocupó hasta 1986. Su actividad profesional estuvo desde siempre ligada al mundo del libro y en este ámbito desarrolló un fructífero trabajo del que se han beneficiado no solo sus discípulos sino también todo el ámbito científico de los estudios bibliográficos y filológicos españoles. A lo largo de su vida académica recibió diversos premios, como el Premio Internacional Nicolás Antonio de Bibliografía concedido por el Centro de Estudios Hispánicos de Syracuse University de Nueva York, o la Medalla de oro al Mérito en Bellas Artes en el año 1995. También fue el representante español en diversos ámbitos internacionales para la redacción de proyectos en relación con el mundo del libro.
Perteneció a varias Academias, entre ellas a la Academia de Historia y Arte de San Dámaso, de la que fue Académico Honorario. También fue Secretario de la revista “El Libro Español” entre 1957 y 1968 y autor de cientos de publicaciones especializadas entre las que destaca su magna obra Bibliografía de la Literatura Hispánica. Jubilado en 1986 se convirtió en Profesor Emérito de la Universidad Complutense.