El Dr. Ramón Castroviejo Briones nació en Logroño (España), el 24 de agosto de 1904. Hijo de un conocido oftalmólogo local, D. Ramón Castroviejo Novajas, estudió en el colegio de las Maristas y en el Instituto de Logroño, e hizo la carrera de medicina y el doctorado en la Universidad Complutense de Madrid. Durante dos años trabajó en el Hospital de la Cruz Roja de Madrid, y en 1928 se trasladó a los Estados Unidos, al Ear, Nose and Throat Hospital and College de Chicago. En 1929 aprobó el Board y en 1931 las pruebas de la American Academy of Ophthalmology. Más tarde pasó a la Clínica Mayo de Rochester, Minnesota, donde trabajó experimentalmente en queratoplastias en animales y un año después pasó a la Columbia University de Nueva York, donde fue elevado al puesto de profesor clínico y jefe del Servicio de Oftalmología del Hospital Saint Vincent, cargos que ocupó hasta su retorno a España en 1976. En Nueva York se casó y afincó, y allí nacieron sus dos hijos y montó una Clínica privada, que pronto se convirtió en una Meca para cirujanos y enfermos de todo el mundo. Durante los casi 50 años que vivió en América, se calcula que atendió en su clínica a unos 200.000 pacientes e hizo unas 40.000 intervenciones quirúrgicas, descollando en todos los campos de la cirugía ocular: catarata, desprendimiento de retina, glaucoma, rija, estrabismo, siendo considerado en los Estados Unidos como el gran revolucionario de la Cirugía oftálmica de la época, y en el mundo como el gran innovador de las queratoplastias. La Clínica Castroviejo recibió como becarios a más de 200 oftalmólogos españoles, íbero-americanos, filipinos y de otros países, que extendieron sus técnicas quirúrgicas por todo el mundo.
A propósito de su carrera profesional la revista Cambio 16 de fecha 14 de enero de 1979, en el n° 371 y en la entrevista con Norberto Colomina decía: "Mis técnicas y mis instrumentos comenzaron a difundirse entre los cirujanos. Hasta entonces, el instrumental con que se contaba era muy primitivo, enfrentábamos problemas para los que había que inventar no sólo técnicas novedosas, sino también los instrumentos que pudieran aplicarlas."
Entre 1933 y 1964 las manos de Castroviejo revolotearon con suavidad y firmeza de artista frente a las pupilas ciegas de miles de personas y realizaron más de 8.000 trasplantes de córnea. Castroviejo operó al presidente argentino M. Ortiz, a los músicos Andrés Segovia y Joaquín Rodrigo, al poeta Vicente Aleixandre, al líder Socialista Indalecio Prieto. Este, según el profesor, le puso como condición que no le injertara la córnea de un falangista. Hasta tuvo la presencia de ánimo de operar de cataratas a su propia madre. Esta cirugía es un arte y el oftalmólogo español un artesano.
Con motivo de su muerte en el periódico "La R-ioja" el 3 de enero de 1987 el periodista Luis Sáez escribía acerca de sus vivencias como riojano. "A pesar de su ajetreada vida profesional, él nunca olvidó su origen riojano y anualmente regresaba a su ciudad natal donde tenía buenos amigos. Estos viajes a La Rioja se repitieron con mayor constancia a partir de 1975, momento de su jubilación, cuando fijó la residencia en Madrid. En Logroño se alojaba en el Hotel Carlton, sobre todo en las fiestas de San Mateo, disfrutando preferentemente en las corridas de toros por ser muy aficionado.
Tampoco faltaba a su cita en el restaurante "El Cachetero".
En Sorzano, su patria paterna, le gustaba visitar a sus vecinos con quienes compartía paseos y charlas en sus calles y cafés. También visitaba la casa paterna que todavía hoy se conserva intacta en la plaza del pueblo que lleva su nombre. Vivienda que sigue llamándose "la casa de la ingeniera" al ser propiedad de su abuela, casada con Isidro Castroviejo Calvo, Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos.
Castroviejo era muy asequible y le gustaba observar la solidaridad de las gentes del pueblo. Le sorprendía comprobar la entrega que existe en los pueblos pequeños, algo patente cuando ocurre alguna desgracia.
En La Rioja recibió numerosas distinciohes por su dedicación a la medicina: Una calle de Logroño lleva el nombre de su padre y de él, lo mismo que el colegio público sito en Río Cava. El Ayuntamiento colocó una placa en la casa donde nació y la ciudad le dedicó un busto situado en los jardines del Instituto Sagasta, obra- del escultor Vicente Ochoa.
A nivel mundial llegó a estar nominado para el Nobel de la Academia Sueca por sus tareas de investigación.
Murió el 2 de enero de 1987 en Madrid y fue enterrado en el Cementerio Municipal de Logroño.
El Catedrático de Historia de la Medicina Pedro Laín Entralgo citando el lema de un oftalmólogo ambulante del siglo XVIII dijo "El que da vista, da vida" y en este sentido afirmó que los oftalmólogos españoles han contribuido de manera decisiva al bienestar de muchos hombres ya que el conocimiento del ojo y su tratamiento no podrían ser lo que son sin los españoles.
Los riojanos nos sentimos orgullosos de este paisano, ex-alumno del Instituto, que llegó a ser universal.