Informe elaborado por D. Miguel Aragón.
El Fundador del Opus Dei y su relación con Logroño
"Un día de fuerte helada, en pleno invierno de Logroño, Josemaría - aún adolescente - vio las huellas de los pies descalzos de un carmelita sobre la nieve. Estas huellas removieron su corazón, que se encendió en deseos de un amor grande. Ante el sacrificio, por amor de Dios, de aquel fraile Josemaría se preguntaba qué hacía él por su Dios.
Sintió el futuro Fundador del Opus Dei estos barruntos del Amor, como él los llamaba, cuando tenía quince o dieciséis años. A la vez, se daba cuenta de que el Señor quería algo de él, pero no sabía qué era. En aquellos días de invierno, en los primeros meses de 1918, fue a charlar en varias ocasiones con el P. José Miguel, uno de los frailes que vivían a la lado del Convento de las Carmelitas Descalzas (en lo que hoy es la Gran Vía de Logroño), y atendían su iglesia.
Después, Josemaría pensó ser sacerdote. '¿Por qué me hice sacerdote?', se preguntaría años más tarde: Porque creí que así sería más fácil cumplir una voluntad de Dios que no conocía. Desde unos ocho años antes de mi ordenación sacerdotal la barruntaba, pero no sabía qué era, y no lo supe hasta 1928. Por eso me hice sacerdote".
De esta forma tan gráfica cuenta Salvador Bemal en su libro Apuntes sobre la vida del Fundador del Opus Dei, la primera biografía del santo, su vinculación tan entrañable a la ciudad de Logroño.
Como es sabido. San Josemaría Escrivá de Balaguer había nacido en Barbastro (Huesca) el 9 de enero de 1902. Por motivos profesionales, sus padres se desplazaron a Logroño. En la calle del Mercado - hoy Portales - tenía don Antonio Garrigosa y Borrell una tienda de tejidos llamada "La Gran Ciudad de Londres". Con él llegó a un acuerdo don José Escrivá, padre de nuestro santo, y en él se hablaba de una participación económica en el negocio, a la vez que trabajaba diariamente en la atención a los clientes.
Hay que destacar que los primeros tiempos de la estancia en Logroño de la familia Escrivá - sus padres y sus hermanos Carmen y Santiago - fueron especialmente duros, por las nuevas circunstancias en que se encontraban, una vez dejada atrás su tierra de origen, Aragón, y más en concreto la ciudad de Barbastro. El no conocer a nadie y el comenzar prácticamente de cero en tantos aspectos lo sobrellevaron con gran fortaleza cristiana.
Vivieron inicialmente en la calle Sagasta, en el que hoy es número 12, en un cuarto piso, no excesivamente acogedor. Por su estructura resultaba particularmente caluroso en verano y frío en invierno. Muy bajo de techos, tenía encima una buhardillla que lo cubría solo en parte.
Se sabe que muchos domingos salían a pasear, en compañía casi siempre de otras familias con las que contactaron muy pronto, sobre todo por la carretera de Laguardia y también por la de Navarra, una vez cruzado el Puente de Hierro, inmediato a la vivienda.
Pasado un tiempo se mudaron a un piso algo más acogedor, aunque igualmente modesto, de la calle Canalejas, en el número 7, también en la cuarta planta. Una vez instalados, el niño Josemaría fue matriculado en el Instituto de Segunda Enseñanza "Práxedes Mateo Sagasta". Como hemos visto más arriba, Josemaría nunca había pensado ser sacerdote. Sin embargo, hubo de hacerlo ante los barruntos de Dios que percibió un frío día de invierno. Una vez decidido a seguir ese camino, habló con sus padres. Estos, con total seguridad, tenían otros planes para su hijo. Sin embargo le dieron los consejos propios de una familia cristiana que pone todo en las manos de Dios.
Y así, en octubre de 1918, comenzó los estudios en el Seminario de Logroño. El edificio del mismo se encontraba en lo que hoy es el Espolón y más en concreto en el lugar que ocupa de la Delegación del Gobierno. Era alumno externo, esto es, residía en su casa con su familia y se desplazaba a lo largo del día al Seminario para recibir las clases y los diversos medios de formación.
Una desgracia familiar motivaría la salida del santo de Logroño. Inesperadamente su padre, don José, fallecía el 27 de noviembre de 1924 en su casa de la calle Sagasta, a donde se habían vuelto a mudar poco tiempo atrás. Unos meses más tarde toda la familia se trasladó a vivir a Zaragoza.
La estancia del Fundador del Opus Dei en Logroño no me larga. Sí muy intensa y muy definitiva. El propio santo comentó en repetidas ocasiones que su estancia en la ciudad de Logroño le marcó para siempre. Asimismo recordaría a menudo - y siempre con mucho cariño - las ocasiones en que su padre lo llevaba a la entonces colegiata de San María de la Redonda a rezar ante la imagen de la Milagrosa y ante la espléndida Virgen de los Ángeles que se encuentra en el trascoro.
Logroño, en suma, se honra de ser una ciudad muy decisiva en la vida de este santo universal.